
COMPRALO EN: https://www.cuartopropio.com/libro/espiritualidad-y-transformacion-social/
SINOPSIS
En este libro absolutamente singular, Germán Díaz, nos presenta una profunda indagación sobre el lugar de la espiritualidad en los procesos de transformación social y realización humana. Sosteniendo que no es posible un cambio social duradero sin el necesario proceso de transformación personal.
A partir de la reconstrucción del concepto de espiritualidad laica el autor sostiene la urgente tarea de conciliar el progreso económico-científico-técnico que caracteriza a nuestra sociedad occidental, con una evolución hacia la consciencia, que restablezca nuestra sana relación con el cosmos, los demás y nuestra propia existencia.
Esto implica volver a promover una inquietud por uno mismo y por el cultivo de un “arte de vivir” que permita recobrar la libertad, la autodeterminación y el compromiso de nuestro ser en el mundo. Sólo a partir de este encuentro, será posible el sano ejercicio del poder y la responsabilidad, tanto en el plano de la política (el arte del convivir) como en el plano de la intervención social transformadora, dimensiones analizadas por el autor en este libro.
A QUIÉN ESTÁ DIRIGIDO
Este libro está dirigido a buscadores, trabajadores de fronteras, terapeutas, educadores y a una amplia gama de profesionales vinculados a la transformación social y humana. En especial a aquellos interesados en adquirir nuevas perspectivas y herramientas para promover un cambio basal y profundo.
RESEÑAS

Luis Weinstein Crenovich
Psiquiatra, Filósofo y poeta
La humanidad vive una gran normosis, una afección del sentido común. La síntesis la dijo Berdiaff: afirmando el yo, la humanidad se ha perdido a sí misma. A ello, cabe agregar y precisar: negando su pertenencia a la naturaleza y a la trascendencia, situado en el individualismo, la acumulación, la trivialidad y la exaltación sin contenido, el ser humano afronta la posibilidad de que termine su historia, e, incluso, la mantención de la vida.
Una minoría crítica de científicos, de buscadores espirituales, de trabajadores comunitarios, de personas inspiradas, tiene conciencia de que es altamente posible que estemos próximos al fin, ya no de los cambios en el curso de la historia, como señalan muchas visiones de cortos alcances, sino de la historia, hasta ahora la única conocida en el cosmos, la de la autopoieses en la superficie del planeta tierra.
El trabajo de Germán Díaz es, con propiedad, parte de esa gran alternativa, reflejando esa necesaria apertura a integrar para transformar, de una persona que maneja una enorme bibliografía, con una inusitada capacidad de discriminación, de síntesis y de comunicación, evidenciando e irradiando su propio trabajo de formación espiritual y de transformación social.
Este marco de vivencias y referencias le permiten en este libro, invitar al lector a cruzar fronteras y facilitar horizontes, a la tarea de integrar esfuerzos para llevar a cabo la re-evolución, la transformación que permita no sólo sobrevivir, sino evolucionar. Avanzar hacia una humanidad integrada a sí misma y con la naturaleza y la trascendencia, sana, dejando atrás la peligrosa normosis.

Héctor Fernández Cubillos
Doctor en Filosofía, Académico Facultad de Derecho UAH
Pensar la espiritualidad en tiempos de capitalismo tardío pudiera parecer un ejercicio más de las estrategias de consumo imperantes; una modulación más tiempos de búsquedas y de necesidades espirituales para consumidores pasivos y poco críticos. Lo interesante es pensar la espiritualidad en un tiempo marcado por las más diversas ofertas y unirlo a las prácticas de transformación social. La propuesta de Germán Díaz Urrutia aparece como un serio intento por redefinir y replantear la comprensión del término espiritualidad, retornándole -quizás- una de sus dimensiones más propias: la transformación social. Desde el inicio de los tiempos modernos, que se han guiado por la triple paradoja que Bardiev advertía: el movimiento de transformación que nace con el Renacimiento, centrado en un individualismo que lleva a la masificación, un naturalismo que se fascina y se pierde en la máquina y un humanismo que ha terminado en los procesos de deshumanización que nos han tocado vivir y presenciar. Pareciera ser que las relaciones de mercado han terminado por secuestrar ambos términos, distanciándolos y separándolos como si se trataran de dos realidades irreconciliables.
No se trata, en este sentido de solo enfrentar la necesidad de buscar nuevas formas de concebir la trasformación social y la espiritualidad sino, que de volver a dialogar con ellas en nuevos contextos. No nos encontramos en un intento forzado por hacer confluir la dimensión religiosa-espiritual de los individuos humanos con las expresiones tecnocráticas que se han apropiado de la idea de la transformación social, sino de replantearse la posibilidad de la construcción del cuidado común, de reencontrarnos en la tierra como casa de todos y buscar una vía de acceso al bienestar, a la felicidad y a la participación armónica de todos en todo. Estos son temas de la transformación social, pero también lo son de la espiritualidad. Desde esta perspectiva, nuestro autor se pregunta por la posibilidad de una espiritualidad laica, es decir no confesional. Es interesante si pensamos esta búsqueda desde el origen y uso medieval del termino laico: el que no tiene estudios, en oposición a clericus, que los posee. De manera subyacente, se nos plantea una transformación de la comprensión del término espiritualidad, apuntando al escuchar -o dar atención- a los que no hemos escuchado hasta ahora; y, al mismo tiempo, una espiritualización de la transformación social, que integre las definiciones técnicas y las estrategias especificas de los saberes que la postulan, acercándola a eso que constantemente se nos escapa: la vida.
Es interesante como el autor hace un intento por resituarse frente a un tema que no pocos filósofos -y demasiados filosofistas- han dado de baja casi irreflexivamente: la vía metafísica, repensándola desde las metáforas que expresan la vida, enfrentándonos a un problema poco grato para los hombres y mujeres de este tiempo: la verdad, confrontándolo con la plenitud y el poder. De aquí, se despende la idea del sendero, como una metáfora de las posibilidades de la autodeterminación. La propuesta hermenéutica que Germán nos convida es la de retomar el ideario moderno y ver cómo en su más profunda búsqueda de emancipación, autonomía y subjetividad, se encuentra el lugar más específico para una espiritualidad, entendida como espacio unitivo con la vida, como punto de renovación y articulación de una nueva conciencia humana.
No se trata de solo “una bonita teoría”, sino que, de una teoría para tiempos recios, dirigida y orientada a la práctica. De esta manera, es que se entiende el centrar la atención en la política y su relación con la ignorancia, un fenómeno estandarizado y ofrecido como bien de consumo al que todos de algún modo aspiramos. El acercamiento que Germán hace a la relación entre política e ignorancia aparece como algo no tan simple de seguir: por vía del entroncar temas justos y necesarios, presentes en las dimensiones contraculturales y no-oficiales de nuestra cultura: La renuncia al estado, la desobediencia civil, la vía del autoconocimiento como salida a un nuevo orden, la búsqueda de los otros, el hacer comunidad con otros y la opción radical por los excluidos (yo diría sin miedo: por los pobres), que presuponen un orden social basado en el cuidado amoroso de cada individuo y de su entorno, del establecimiento de relaciones basadas en la solidaridad y la inclusión. No se trata de una utopía -un no lugar-, ni tampoco de una ouktopía- un sin lugar-, más bien aparece como un eutópos -un buen lugar posible- arriesgándose a significar un atópos, un lugar único posible, de frente a tanta distopía tan bien argumentada, democratizada y establecida. Es sorprendente ver con que actualidad algunas de las ideas de la teología de la liberación, asoman en el texto de Germán, para pedir su debido lugar en la reflexión sobre espiritualidad y transformación que como cultura nos debemos. El proceso de presentación de este derrotero de reencuentro entre espiritualidad y transformación social hace un recorrido sinuoso y no menos peligroso: Del budismo y al taoísmo a los maestros de la mística cristiana; de las feroces voces de Europa hasta las voces marginales de América latina, desde Nietzsche a Boff, desde Eckhart a Sfier… que al ponerlos en contacto no nos hablan de una espiritualidad secular o anti religiosa, sino que abren el espacio para una espiritualidad mucho más amplia que las ofrecidas por las hermenéuticas religiosas institucionales, mucho más sólida que las espiritualidades de mercado, además de encarnar una necesidad transformadora que nos pide volver a la vida, como punto de partida de todos nuestros relatos. En fin, la tarea es de gigantes: poner un rostro humano a procesos que han sido dominados por la deshumanización permanente. La propuesta de Germán aparece como una invitación al pensamiento, que nos permite ver la posibilidad de un futuro, tal como lo decía Pedro de Blois, pensador medieval: “Nos sumus sicut nanus positus super humerus gigantis”.